El norte de Navarra está repleto de pequeños y preciosos pueblos rodeados de naturaleza salvaje. ¿Te animas a hacer un road trip por la zona?
Aunque de pequeña mis vacaciones solían ser en el sur de España, según me hago mayor, me gusta más el norte. A pesar del mal tiempo, de que predominan los días nublados y del sufrimiento que puede suponer bañarse en sus playas, sus paisajes, su comida y la amabilidad de su gente lo compensan todo con creces. Por eso, os recomiendo un road trip de una semana para conocer el norte de Navarra, acercaros a Guipúzcoa y visitar algunos pueblos del País Vasco francés. ¿Os animáis? Las jornadas serán maratonianas, pero la belleza de su naturaleza te harán desconectar de todo el estrés acumulado en la gran ciudad.
Día 1: Olite
Mi road trip comenzó en Madrid, por lo que la primera jornada, no la pude aprovechar tanto como hubiera querido. Antes de llegar a Navarra, hicimos una breve parada en Medinaceli, un pequeño pueblo de Soria. No te puedes perder su arco romano, el único de triple arquería que se conserva en España.

Tras dar un paseo por esta villa, declarada Conjunto Histórico Artístico y parte de la lista de los Pueblos más bonitos de España, pusimos rumbo a Navarra y, en concreto, a Olite. Tras pasar los muros que rodean esta ciudad, cuyo paisaje árido recuerda más a Castilla que a Navarra, te adentras en un cuento. Sobre todo cuando cruzas las puertas de su Palacio Real.

Mandado construir por Carlos III y su esposa Leonor, hoy en día ser conserva únicamente la estructura. Es decir, se puede pasear por sus habitaciones y subir por las escaleras de caracol hasta las torres, pero no verás ninguna recreación de cómo vivían hace varios siglos. Tu imaginación será tu gran aliada para revivir lo que sentían los reyes cuando miraban la ciudad desde lo alto de las torres o a través de las pequeñas ventanas.
Día 2: Pamplona y Estella
Quizá Pamplona es uno de los lugares que menos me atraigan de Navarra (por la importancia de San Fermín). En cualquier caso, merece la pena pasear por sus calles, pararse en la calle Estafeta e imaginarse el tumulto de gente, o adentrarse en la Ciudadela. Aunque hoy parece un parque de dimensiones gigantescas, la Ciudadela fue una gran fortaleza mandada construir por Felipe II para proteger a la ciudad del ejército francés.

Tras visitar Pamplona, nos dirigimos a Estella. En realidad, nuestra idea inicial era visitar el nacedero del río Urredera. Sin embargo, llegamos alrededor de las cinco de la tarde y había que hacer una ruta a pie de dos horas y media, por lo que no teníamos tiempo suficiente. Sin embargo, al pasar por Estella habíamos visto que estaban celebrando unas fiestas medievales, así que aprovechamos para conocer este pequeño pueblo. Me queda para la próxima vez, la parte más natural de la zona.

Día 3: embalse del Leurtza Urroz y el Valle del Baztán
Después de haber leído la Trilogía del Baztán, necesitaba conocer los lugares mágicos que habían inspirado a Dolores Redondo así que dedicamos una jornada a conocer el Valle del Baztán y sus alrededores.
Siguiendo las indicaciones de los dueños de la casa rural donde nos alojábamos, primero fuimos a conocer el Embalse del Leurtza Urroz. Por el camino paramos a dar un paseo por Santesteban, un bonito pueblo rodeado de naturaleza, y Donamaría, que destaca por su torre, también llamada Casa de Tablas, original del siglo XV.

No sé si escogimos un día maravilloso o el mejor posible para conocer el Embalse del Leurtza Urroz. Lo cierto es que una densa niebla nos acompañó a lo largo de toda la ruta circular que rodea el embalse. En momentos, no veíamos más allá de un metro más lejos de nosotros. Aunque no logramos vislumbrar el embalse en sí, la niebla daba al entorno un aire aún más misterioso.

A continuación rehicimos parte del recorrido para llegar al Señorío de Bértiz, un gran parque natural con numerosas rutas y una zona de merendero para descansar. Como teníamos aún mucho que ver, visitamos únicamente su jardín botánico o Jardín Histórico-Artístico. Fue diseñado a mediados del siglo XX por un jardinero francés y cuenta con más de 120 especies procedentes de distintos lugares del mundo.

A medio día, por fin llegamos a Elizondo, el centro de los libros de Dolores Redondo. Un precioso pueblo de casas antiguas y grandes palacetes bañado por el río Bidasoa. Además, si eres muy fan de la Trilogía del Baztán, hay agencias que organizan rutas por la zona para enseñarte los lugares principales en los que se desarrolla la trama. Entre ellos se encuentra Amaiur, Maya en euskera. Un pueblo prácticamente deshabitado y que da la sensación de ser un lugar de veraneo para los habitantes de la zona. Destacan su antiguo molino, que puede visitarse por dentro de forma guiada, o el monolito del monte Gaztelu.
Para completar la intensa jornada, hicimos una ruta hasta la cascada del Xorroxín. Tras este curioso nombre hay una bonita cascada y una senda circular de alrededor de seis kilómetros.
Día 4: cuevas mágicas y el País Vasco francés
Muy conocidas son las Cuevas de Zugarramurdi, después de que Alex de la Iglesia rodara allí una película, pero menos populares son las de Urdazubi Urdax. Las dos se encuentran muy cerca así que merece la pena visitar ambas.
Las Cuevas Urdazubi Urdax se parecen más a lo que conocemos como cuevas. Accedes a ellas en grupos pequeños, acompañado por un guía, y te adentras en un mundo subterráneo. La visita, que no es particularmente claustrofóbica, está guiada por las criaturas mágicas que habitan la zona, las lamias, unos seres que son mitad mujer, mitad pez. Además de soñar con un mundo fantástico, podrás ver numerosas estalagmitas y estalactitas.

Totalmente diferentes son las Cuevas de Zugarramurdi, un parque natural salpicado de túneles y alguna cueva. La más importante, que aparece en la películas de Las Brujas de Zugarramurdi, es muy amplia y está abierta por los dos lados.

Cargados de leyendas, cruzamos la frontera para llegar a Saint Jean de Luz, un pueblo francés muy impregnado de la cultura vasca. Lo ideal es pasear por sus calles, contemplar los pequeños comercios, probar algún macarón en Maison Adam, donde dicen nació este dulce, y acercarte a su playa.

Para completar la jornada, y ya de vuelta a nuestro alojamiento en Navarra, conocimos Fuenterrabía (Hondarribia en euskera), un pueblo famoso por el color de las fachadas del barrio de la Marina, que representan la ikurriña (la bandera del País Vasco).
Día 5: Getaria, Zumaia y San Sebastián
Aunque suponía salirnos de nuestra ruta por Navarra, llevaba años queriendo visitar San Sebastián. No obstante antes de conocer esta gran ciudad, nos acercamos a Getaria y Zumaia, dos pequeños pueblos con mucho encanto. Fueron visitas breves pero intensas.

De Zumaia, te recomiendo ver los flysch y si puedes, entrar antes al museo dedicado al Centro de Interpretación Algorri para comprender el origen de estas formaciones de la naturaleza tan peculiares. Si además tienes tiempo de sobra, hay rutas muy bonitas a lo largo de la costa.

Ya en Getaria, lo ideal es dar un paseo por el pequeño centro histórico, contemplar los homenajes a Juan Sebastián Elcano, natal de este pueblo, y probar algún pincho acompañado de una copa de txacoli. Y es que Getaria es la tierra de este vino espumoso.

Con esta agenda tan apretada, la verdad es que no tuve tiempo de conocer San Sebastián a fondo y lo tengo pendiente para una visita más relajada. Si como yo, no tienes más que un día o unas horas para conocerla, te recomiendo que recorras las calles de su casco antiguo, repletas de bares con una gran variedad de pinchos; camines por el paseo marítimo de la Playa de la Concha; y cojas el funicular que sube al Monte Igueldo. Una vez arriba, además de ver el pequeño parque de atracciones (y si viajas con niños, probar alguna de estas atracciones), descubrirás una nueva vista de la ciudad y de su playa.
Día 6: Roncesvalles y Saint Jean Pied de Port
En esta penúltima jornada queríamos conocer otro de los pueblos de la frontera con Francia, Saint Jean Pied de Port, pero antes de llegar a él visitamos Roncesvalles. Aquí comienza la ruta francesa del Camino de Santiago para la mayoría de los peregrinos y llaman la atención los caminantes que, aún cargados de fuerzas, se fotografían junto a los carteles que indican que aún les quedan más de 900 kilómetros por delante. Merece la pena visitar este pueblo del Pirineo navarro de unos 20 habitantes por su Colegiata, antiguo hospital de peregrinos.

Siguiendo el camino francés a la inversa (y en coche) llegamos a Saint Jean Pied de Port, donde en realidad comienza la ruta. Prueba de ello son los numerosos albergues y las conchas del peregrino que salpican sus calles. Además de pasear por casco histórico, que me recordó ligeramente a Elizondo, tienes que subir a la Ciudadela, una fortaleza del siglo XVII construida en los terrenos en que se encontraba el castillo de los reyes de Navarra.

Día 7: Santuario San Miguel de Aralar y Bárdenas Reales
Toca regresar a casa. Pero eso no quiere decir que no se pueda aprovechar el día. Antes de salir de Navarra, conocimos algunos lugares muy recomendables. El primero fue el Santuario de San Miguel de Aralar, cuya visita compensa sobre todo por las vistas de la sierra.

Si continúas hacia Madrid, como era nuestro caso, puedes aprovechar para conocer las Bárdenas Reales, un paraje semidesértico que se parece más a los paisajes de Andalucía que a los frondosos bosques de Navarra.

¿Dónde me alojo?
Si no sabes dónde alojarte y buscas rodearte de naturaleza, te recomiendo el Hostal Ezkurra. Ubicado en Ezkurra, un pueblo navarro de la comarca de Alto Bidasoa, con poco más de 100 habitantes.

Los dueños del hostal son encantadores y nosotros contratamos media pensión, lo que nos solucionaba las cenas cuando llegábamos agotados de nuestras largas jornadas de turismo. La comida es totalmente casera y muy abundante, y el trato, como si fuera nuestra familia. Hasta nos hicieron unos regalos al irnos. Y además, un entorno idílico, en lo alto de un puerto de montaña.
Y después de este tour por Navarra y el País Vasco, ¿no te pica el gusanillo por conocer la zona?
El post no está patrocinado por ningún hotel. Todo son recomendaciones basadas en la prueba y error de mi propia experiencia.